domingo, 21 de mayo de 2017

Detrás de los muros de La Victoria. Basado en una experiencia personal.


Barra vehicular que da acceso de entrada a los autos al recinto penitenciario 



La cárcel de la victoria construida en el año 1952 por el régimen dictatorial de Trujillo para 1,000 reclusos, actualmente tiene una población de 8, 555 presidiarios, más de siete veces superior a su capacidad. Ya ese dato dice mucho, sobre el caos reinante en ese lugar.

Al momento en que llegamos, en la calle principal que conduce a la cárcel, vez un movimiento de personas y de vehículo, enorme!
Todos hacia la misma dirección: la penitenciaria de La Victoria. A poco metro del recinto penitenciario se encuentra una " mini pulga" venta de ropa básicamente y algo de comida; algunas personas aprovechan para comprar ropa y alimentos para llevarle a sus seres queridos.

Pues como supuestamente el estacionamiento de la cárcel, un pedazo de tierra baldía que cuando llueve se llena de lodo, estaba lleno. El vehículo en que andábamos necesitó estacionarse fuera, en una de las calles de la barriada.

Cuando cruzamos la barra vehicular, es la que permite a los autos su acceso o no a la cárcel.  Nos encontramos con una fila de uno casi 80 metros, muchas mujeres cargadas con fundas llenas de diversos alimentos, para llevarla a sus familiares apresados.  Las mujeres que no desean hacer la fila, hay una puerta VIP del lado izquierdo. En la cual se paga de 300 hasta 500 pesos, para ingresar. Un VIP costoso!

Al ingresar a la prisión exige un proceso de chequeo, tanto para hombres como para mujeres, siendo este espacio  un cuartucho, parecido a una pequeña habitación con paredes curtidas. Una mujer relató como al  momento de entrar para ser revisada una de la policía con mirada sádica y con un tono de voz áspero mezclado con ganas, le expresó: “ déjame ver un chin”, lo cual tuvo que bajarse los pantalones y enseñar un poco de su parte íntima, la agente aprovechó el momento para hacer  mirada fotográfica para con más calma revelar su contenido  en la tranquilidad de su hogar.

En el caso de los hombres, la fila era reducida, el ingreso era más rápido.  Al llegar al lugar de registro, eran dos los  policía sentado en una mesa vieja de madera con lapicero de colmadero,  tomaban los datos de la cédula, al terminar el registro, el policía me miró irónicamente y con su dedo pulgar llevándolo hacia su boca lo agitó, haciendo entender que hay que dar dinero para la bebida. Sigo adelante y hay otro oficial, me revisa físicamente, solamente tocándome las piernas y los bolsillos para ver si tengo arma, o alguna sustancia, no exigiendo desvestirme.

Más para dejarme pasar abre la mano, como uno de esos mendigos que se encuentra tirando en una de las ceras de la ciudad capital. 25 pesos son el promedio que reciben. En mi caso, no teniendo otra opción, a este distinguido oficial le tuve que dar “5 pesos”; al recibirlo quedó estupefacto por la pírrica cantidad recibida, inmediatamente le expresó con un tono de voz firme y melancólico ” Es que vengo de Los Alcarrizos” como dándole a entender  que había gastado mucho dinero... pagando transporte. El estafador con rostros de indignación me deja pasar.

 
Al terminar este proceso, siendo más que de inspección y registro de peaje. Estoy dentro de la cárcel en su parte frontal, siendo esperado por un sol abrasador y algunos presos con sombrilla abierta en mano, inmediatamente al ver a este forastero con rostro de espanto se me acercó uno de los  recluso vestido con un poloche, una bermuda y unos tenis, siendo esta la vestimenta obligatoria para ellos. Me expresa: “conoces el lugar hacia donde vas” . Su pregunta era para conducirme a la celda que deseaba ir, como con las personas que andaba sabían el lugar hacia donde nos dirigíamos, no fue necesario que me acompañara, cuando me dirijo al lugar que visitaría el preso me acompañó con su sombrilla protegiéndome del sol, algo de película! . En ese momento me sentí como un alto funcionario del gobierno, los cuales ni una sombrilla pueden sostener.  Al final le di con más gusto que al corrupto policía una propina.  La pregunta que me elaboré cuya respuesta fue obvia ¿por qué un grupo de diez reclusos están fuera haciendo este trabajo y otros no?… Es que estos reciben dinero de propina por el servicio dado para más tarde lo compartirán con los policías. Buen negocio!

Niños de seis, cuatro años, caminan en el recinto agarrado de su madre o abuela, para ver a su padre. Pues ese día en la cárcel era el día del niño, día especial, en que los preso pueden recibir visita de sus hijos. Un momento impactante de tantos, fue cuando, uno de los reos recibió la visita de su hija, la abrazó con efusión, no la quería soltar, la abalanzaba sobre su cuerpo soltándola con un beso en la frente cuando sus brazos no tenían más fuerza para sostenerla.  Una escena de alegría, entre tanta calamidad.

Otros bebes eran de apenas uno o dos años de edad, visitaban al padre que probablemente no conocen, ni con el cual han podido compartir un día. Las madres aprovechan la visita para brindarle un momento de éxtasi a su pareja.

Cada celda está conformada por cuatros o más cajones de madera, dentro de cada uno hay espacio solamente para una pequeña cama y pocas cosas personales, siendo imposible estar de pies, por la poca altura de esas celdas dividida en cuatro.

En las celdas el poco de aire que ingresa es por la puerta principal, desde que el preso, o interno como se llama ahora, entra a su espacio y cierran la puerta principal de la celda, respirar con el poco oxígeno almacenado en sus pulmones es la obligación. Tener aire capaz de permitir a los pulmones funcionar debidamente, es un lujo que no todos se pueden dar.
Es sorprendente como muchos reclusos tienen en sus celdas, televisión desde la que hemos tenido desde antaño en forma de caja cuadrada, hasta “plasma de 32 pulgada” con DVD incluido. Otros tiene su abanico, equipo de música y una nevera pequeña o ejecutiva como se le conoce. Se preguntarán todo eso como entra a la cárcel, fácil sobornado a los policías.  
Otros espacios del recinto son muy deplorable y peligroso, a los cuales no pude ir, en esas celdas las condiciones son tétricas, una cama es lo máximo, para los que tiene.  Las sábanas para cubrirse de los mosquitos o el frío en invierno es el cuerpo de su compañero de celda, los cuales tiene que dormir amontonados.
Foto tomada de una parte del la mini pulga

Un momento impactante fue cuando, saliendo de uno de el espacio de la cárcel, el cual tiene una vayas protectora, con más de cien presos.  Estos dirigiéndose al grupo de personas con quien andaba, la necesidad los obliga a empezar una especia de competencia consistiendo en quien pueda vocear más alto, expresando a coro: “ Eyyy, eyy dame algo".
Postrando  su cuerpo sobre la valla, extendían  sus agitada  manos abiertas  por los orificios de la valla metálica. Del lado en que nos encontrábamos estaba un  joven con una cubeta , vendiendo a cinco pesos, pequeñas empanadas, nuestro grupo compró algunas para dárselas. La bacteria posada  en esa empanadas era terrible, el vendedor con sus manos sucia me la pasaba, sin ni una servilleta, tuve que tomarla  de la misma manera y darla. La empanada era una bendición del cielo para esto recluso, al recibir la empanada no llegaba bien a su mano cuando ya su estómago había hecho la digestión.

El salir de la cárcel fue toda una odisea, para aquel que no está dispuesto pagar 100 o más pesos. A los que pueden pagar los policías lo apuntan en una lista, no siendo esta la de Odebrecht. Posteriormente los agentes comienzan a llamar a los anotados, mientras lo que no pagamos tuvimos que estar durante “dos hora y media” en una fila de más de 100 metro de largo la cual avanzaba “ despacito”.  

hacer la fila es lo correcto, no hay que pagar coimas o sobornos para salir. Varias personas vociferaba a los policías que prestarán atención a la fila.  Ellos se hacían los sordos, siendo esto una muestra de como el dinero es capaz de callar bocas y causar sordera. Mucho preferido deseado pagar, más tenían lo del pasaje para regresar.  Con tantas contribuciones a realizar realizarse: el peaje de los policías, alguna ayuda que se le puede hacer algún preso a aparte del que se va a visitar, la botellita de agua, el dinero del pasaje, etc. Al momento de salir, nuestras amigas las cuales nos estaban esperando, pues ellas salieron en cuestión de cinco minutos, no recibieron con alegría, pareciendo que estuviéramos presos por años… Una satisfacción de dulce de visitar a un buen amigo apresado, más el agrio del proceso fue mayor.

El salir de la cárcel fue toda una odisea, para aquel que no está dispuesto pagar 100 o más pesos. A los que pueden pagar los policías lo apuntan en una lista, no siendo esta la de Odebrecht. Posteriormente los agentes comienzan a llamar a los anotados, mientras lo que no pagamos tuvimos que estar durante “dos hora y media” en una fila de más de 100 metro de largo la cual avanzaba “ despacito”.  
hacer la fila es lo correcto, no hay que pagar coimas o sobornos para salir. Varias personas vociferaba a los policías que prestarán atención a la fila.  Ellos se hacían los sordos, siendo esto una muestra de como el dinero es capaz de callar bocas y causar sordera. Mucho preferido deseado pagar, más tenían lo del pasaje para regresar.  Con tantas contribuciones a realizar realizarse: el peaje de los policías, alguna ayuda que se le puede hacer algún preso a aparte del que se va a visitar, la botellita de agua, el dinero del pasaje, etc. Al momento de salir, nuestras amigas las cuales nos estaban esperando, pues ellas salieron en cuestión de cinco minutos, no recibieron con alegría, pareciendo que estuviéramos presos por años… Una satisfacción dulce al podre visitar a un buen amigo, más el agrio del proceso fue mayor.

Por: Geuris Castillo.


Carpeta Digital 2019-2020

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